La retirada de Jeong “Impact” Eon-young es la más hipócrita de todas. Cuando llegó a América del Norte en 2015, atraído principalmente por la potente oferta económica tras acabar su ciclo en SK Telecom T1, las etiquetas se acumularon a sus espaldas en un abrir y cerrar de ojos. Las expectativas de los seguidores norteamericanos contrastaban con las sensaciones de otros, que consideraban que iban a presenciar en directo el desvanecimiento de un campeón mundial. Con el paso del tiempo, el surcoreano se ha convertido en el mejor top de la historia de la League of Legends Championship Series (LCS). Por su rendimiento dentro de la Grieta del Invocador con distintos clubes, su longevidad como profesional y por el hecho de ser uno de los pocos perfiles de calibre que dio sentido a la billetera estadounidense. Sin embargo, el punto de inflexión llegó el verano de 2016. Una época en la que no ganó títulos con Cloud9, pero mostró que tenía orgullo como jugador.
La remontada de Impact, como muchas de las grandes historias que forman parte de la narrativa del deporte, se compone desde la derrota. “Perder” es un verbo más habitual de lo que el imaginario popular nos impone que, quizás, no se usa tan abiertamente por miedo. El año de estreno del surcoreano en América del Norte, de la mano de Team Impulse, dejó una sensación extraña. Acompañado principalmente por Yu “XiaoWeiXiao” Xan en la calle central, Impulse debía estar en el Mundial simplemente por la calidad de sus líneas individuales. Ese conjunto fue el mismo que fue capaz de atraer el talento de Lee “Rush” Yoon-jae, que necesitó muy poco tiempo para reivindicar que era un gran jugador. Por lo menos, para la LCS. El top quedó tercero con su nuevo equipo en el Spring Split, pero se desinfló por causas ajenas a él.
En el siguiente verano, Impact demostró que todavía tenía recorrido en la élite tras acabar elegido como el mejor top de la LCS. No obstante, Team Impulse pagó muy caro un problema: la sanción a XiaoWeiXiao. El jugador chino fue suspendido hasta febrero de 2016 por elo boosting y, sin medio titular, Impulse se quedó a las puertas. Tanto de volver a entrar en el podio como de ir al Mundial después de caer contra Cloud9, que en 2015 protagonizó uno de los Torneos Regionales con mayor épica de ‘milagro’ de la historia. Eon-young tuvo la mala pata de brillar en un momento desafortunado. Tras aquella desdichada suerte, se marchó a NRG Esports, que contaba con un proyecto relativamente similar al de su exequipo. La diferencia era que, en lugar de tener a medio chino en la calle central, contaría con un compatriota: Lee “GBM” Chang-seok. Un jugador que precisamente había sido una de las grandes atracciones de la calle central en Corea del Sur (siempre a años luz de todo lo que genera e implica Lee “Faker” Sang-hyeok, claro).
La determinante época del “top die”
NRG Esports no tuvo un inicio de 2016 malo, todo lo contrario: cuatro victorias consecutivas. No obstante, el problema de NRG fue que GBM sí cumplió el cliché del jugador que cruzaba el charco para ‘relajarse’ en América del Norte y el medio acabó traspasando el aura a todo el equipo. La irregularidad se apoderó del conjunto norteamericano, algo que se vio reflejado en el rendimiento de Impact. Después de una eliminación en la primera ronda de playoffs, dramática en comparación a las expectativas generadas por el club, el top tuvo claro que era hora de marcharse. Fichar por Cloud9 fue el gran punto de inflexión en su carrera, ya que le permitió ‘recuperarse’ a sí mismo y empezar su metamorfosis dentro de la LCS.
Su Summer Split de 2016 de Impact fue una de las mayores demostraciones de poder individual de la historia de la LCS. Por entonces, League of Legends pivotaba cada vez más hacia el videojuego de equipo donde un solo jugador no puede ganar absolutamente todo. El top hizo mantuvo esa reminiscencia en un Cloud9 que contaba con figuras de peso como Nicolaj Jensen o Zachary “Sneaky” Scuderi. Aun así, el surcoreano logró que C9 creyera que sólo debía preocuparse por dos líneas. Porque él, en la calle superior, volvió a mostrar lo que le caracterizó en SK Telecom T1 y posteriormente recuperaría: autosuficiencia. Pero esa independencia no tenía un carácter pasivo, ya que el jugador la lograba con el cuchillo entre los dientes. Concretamente con 14 asesinatos individuales a lo largo de la fase regular.
Dentro de toda esta situación, la ventaja del exjugador de SK Telecom T1 era su mentalidad. “Podía estar acosado por el jungla o el medio estando constantemente en su línea, pero si no conseguían demasiado con eso, él creía que ya era una situación era buena” destacó Yiliang “Doublelift” Peng, excompañero de equipo del surcoreano en Team Liquid, en un costream de 2021. Lo más positivo para C9 fue ver que, llegada la hora de la verdad en forma de playoffs, Impact se creció aún más. Mantuvo la cifra de asesinatos individuales a la vez que asumió más protagonismo por su estado de forma. El surcoreano tuvo una participación del 67% en los asesinatos del equipo y realizó un 24,6% del daño total. La guinda del pastel habría sido conquistar la liga contra TSM, que arrancó en ese Summer Split su época de oro. En el Mundial, el top fue una de las principales fortalezas del equipo. Pasó de 14 solo kills a ocho, pero el “top die” seguía resonando en las retransmisiones de Twitch. Los cuartos de final alcanzados fueron positivos.
La adaptación de Impact
Eon-young no se libró de malas temporadas en Cloud9, pero aportó lo que el club más necesitaba: estructura tras la salida de jugadores históricos. El club siguió contando en 2017 con Sneaky, irremediablemente menos vocal por la naturaleza de su posición, pero ese año no añoró a figuras como William “Meteos” Hartman, Hai Du Lam o Daerek “LemonNation” Hart. La temporada del “top die” fue el punto de inflexión de Impact. Tal como declaró el surcoreano en una entrevista a Travis Gafford, tenía un objetivo: “Quiero demostrar al mundo que todavía soy un gran jugador”. El top logró su objetivo, pero lo que realmente ha determinado su longevidad es su capacidad de adaptación. Saber elegir en los momentos adecuados y entender que las exigencias hacia su figura cambiarían con el tiempo.
De hecho, el surcoreano aportó tanto orden en Cloud9 que incluso se notó cuando Meteos aún seguía en el quinteto titular. “Es el jugador en el que más he confiado cuando me decía algo que debía hacer. Nunca me ha pedido nada que luego no fuera una jugada extremadamente buena”, le confesó el jungla a Doublelift en el mencionado directo. Desde una línea históricamente olvidada, Impact comprendió que una vez superada la barrera comunicativa, debía ser un jugador global para poder aportar valor a sus equipos. Que la sintonía del “top die” era emocionante y práctica en un momento de su carrera, pero que debía evolucionar hacia un perfil más completo para poder quitarse la espina de no conquistar ninguna liga.
El Summer Split de 2016 en Cloud9 fue el punto de inflexión de Impact que le permitió convertirse en el jugador histórico de la LCS que es en la actualidad. Después de demostrarse a sí mismo que aún tenía nivel de sobras, pasó a combinar su metamorfosis en la Grieta del Invocador con buenos tempos para cerrar y abrir etapas. También ha tenido fracasos, como la gran mayoría de personas del planeta. Aun así, su victoria también se ha producido porque nunca ha querido sentirse extranjero. Técnicamente, lo es, pero a la vez representa una de las pocas figuras de calibre internacional que ha querido involucrarse en todo lo que significa jugar y sentirse de América del Norte. O por lo menos, de su competición de League of Legends. Por ello, su retirada es la más hipócrita de todas: realmente nunca se produjo, simplemente se la adjudicaron antes de tiempo.
Foto de Frenzy Studio vía Riot Games